viernes, 2 de marzo de 2018

1 de MARZO: "DÍA DE LA PRIMAVERA"


Marzo se estrena con la fiesta de Martisor, el inicio de la primavera. Original de Rumanía se celebra también en una amplia zona europea, que abarca zonas como los Balcanes y Bulgaria. La tradición se remonta a la celebración del inicio del año agrícola, hace miles de años. Ya en la época romana se celebraba esta fiesta en marzo, el mes de Marte, dios protector de los campos, los rebaños y del renacimiento de la naturaleza. Hasta principios del siglo XVIII, en el 1 de marzo se celebraba el inicio del año nuevo.


Según cuenta una leyenda, el primer día de marzo, la primavera salió a un claro del bosque a ver la luz del sol y descubrió que empujando la nieve se dejaba ver el capullo de una hermosa flor, la campanilla de invierno. Impresionada por la fuerza de la flor se acercó y ayudó eliminando las ramitas y la nieve de su alrededor. El invierno que lo observa todo, se enfadó y furioso llamó al viento del norte para helar y destrozar la flor. La primavera, asustada, se prepara para proteger la flor con sus manos templadas no pudiendo evitar el roce con una rama espinosa que la hiere. Es el momento en que una gotita de sangre de la primavera cae en la campanilla y ésta, recupera la vida. La primavera ha vencido al invierno. Por eso el galanto o campanilla de invierno es la flor que anuncia la vida, el heraldo de la primavera.


Rojo y blanco, sangre y nieve, los colores del regalo que se hace en esta fiesta, el martisorul, a las damas, madres, chicas, amigas o compañeras como símbolo del amor, la vida y el aprecio. Es un pequeño objeto, amuleto o moneda que se atan con un cordón trenzado de dos colores el rojo y el blanco y se regala el primer día de marzo. Simboliza y se festeja la llegada de la primavera. En otra época más lejana, los vestigios más antiguos encontrados, eran guijarros blancos y rojos que se colgaban al cuello. Para unos el rojo es el invierno, el fuego, la sangre, el sol y el blanco la primavera, el agua, la sabiduría. Para otros el rojo, la guerra y el blanco la paz. Hay quien, al revés, interpreta que el rojo es la primavera y el blanco el invierno. Fiesta de la alegría y la victoria del bien sobre el mal. Unos añaden un trébol de cuatro hojas, una herradura o un corazón. Adornos elaborados durante el invierno y que llegado el momento lucían en la ropa durante varios días. Cuando regresaban las grullas o salían las flores en los árboles, se quitaban y colgaban los cordones de sus ramas. Con la moneda compraban queso dulce para que el cutis se quedara hermoso y limpio todo el año. Símbolos de fertilidad, de suerte, prosperidad y abundancia.



Otra leyenda cuenta que hubo una época en la que el sol bajó a la tierra adoptando la forma de una bella muchacha. El dragón que habita por aquellas tierras la esperó escondido y la apresó, encarcelándola en lo más profundo de su guarida. En aquel mismo momento el mundo se entristeció. Los pájaros ya no cantaban y las niñas y niños dejaron de jugar y reír. El pueblo se olvidó de la alegría y la tristeza lo invadía todo. Nadie se atrevía a enfrentarse al temible dragón, hasta que un día un muchacho viendo lo que pasaba sin el sol, valiente y decidido se encaminó hacia la mazmorra donde estaba retenida la muchacha. Su viaje duró tres largas estaciones: el verano, el otoño y el invierno. Al encontrar la guarida, una especie de castillo de extraña construcción, gritó al dragón retándole a salir. La lucha fue dura y larga, tres días enteros peleando hasta que el dragón fue derrotado. Débil y herido el joven entró en aquel antro y liberó a la muchacha que, ya en la misma salida, se elevó transformada en sol. El astro luminoso hizo que la sonrisa volviera a la tierra. La primavera había llegado pero el joven no pudo verla, tumbado en la nieve y herido de gravedad. La sangre que manaba de las heridas se derramó por la nieve hasta el último suspiro. Caliente como estaba hizo que la nieve se derritiera y allí mismo nacieron unas flores en forma de campanilla (galanthus nivalis), los heraldos de la primavera. Desde entonces, la juventud regala a quienes quieren dos borlas, una blanca y otra roja. El rojo simboliza el amor por todo lo que es hermoso, la sangre y el valor del joven y el blanco simboliza la salud y la pureza de la campanilla, la primera flor de la primavera.



No hay comentarios:

Publicar un comentario